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Con una ejemplar sencillez y elegancia, el recorrido mantuvo toda la majestuosidad que Nuestros Amantísimos Titulares merecen. Tras la salida de la Iglesia Parroquial, el traslado discurrió por las calles: Padre Ruiz Páez, Hermanos Merchante, Plaza del Calvario, Blas Infande, Ilipa Magna, Real de Castilla, concluyendo con la entrada en el Edificio Vera-Cruz, donde fueron recibidos, solemnemente, entre los cantos de la Coral de Nuestra Hermandad, el repique de campanas y una gran lluvia de pétalos a Nuestra Madre, despertando el fervor de los hermanos allí presentes.

De nuevo, vivimos una jornada que se mantendrá siempre en el recuerdo de los cruceros, devotos y alcalareños. El Santísimo Cristo de la Vera-Cruz y Su Madre, la Virgen de las Angustias, acompañados en todo momento por una ingente multitud entre cantos y rezos, repartían bendiciones en una brillante mañana primaveral, que otorgaba a Nuestros Titulares una luz celestial y que nos anuncia el tiempo Cuaresmal que ha de venir y que, tras la preparación en la Solemne Novena a Nuestra Señora, estamos dispuestos a recibir con el espíritu en su plenitud.